Pasar por primera clase desencadena más «ataques de furia» entre los pasajeros, según estudio.

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Un pasajero que grita obscenidades a una azafata, otro que se pasea protestando por el pasillo y se niega a sentarse ¡aunque haya turbulencias!, un tercero que convierte el lanzamiento de la taza de café en deporte olímpico… Hay unas cuantas razones que pueden hacer perder los nervios a los pasajeros de un avión, aunque muy pocas (o ninguna) justifiquen semejante comportamiento: retrasos en la salida de vuelo, asientos estrechos en los que no caben las piernas, demasiado calor o un exceso de helador aire acondicionado…

Los episodios de cólera en el aire se producen de vez en cuando, obviamente con más frecuencia de la que le gustaría al paciente personal de aviación (y al resto de asombrados pasajeros) pero, según una investigación publicada en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), tienen otro culpable: el compartimento de primera clase.

Investigadores de la Escuela de Negocios de Harvard (EE.UU.) y la Escuela de Administración Rotman de Toronto (Canadá) han llegado a la conclusión de que es más probable que se produzcan sucesos violentos y salidas de tono en los aviones que tienen un área exclusiva. Es más, las probabilidades de reyerta aérea aumentan cuando los pasajeros de la clase turista tienen que pasar a través de la primera clase para llegar a sus asientos, lo que refuerza la idea de desigualdad.

Como un retraso de nueve horas

Según los investigadores, el compartimiento de primera clase es suficiente para que un incidente desagradable tenga casi cuatro veces más probabilidades de ocurrir, equivalente al efecto de un retraso en el vuelo de nueve horas. El mal comportamiento no solo aumenta entre los sufridos pasajeros que vuelan en turista, sino también para los de primera.

Otros factores como el hacinamiento, el consumo de alcohol o los vuelos de larga duración pueden contribuir a incidentes perturbadores, pero su impacto es menor de lo que cabría esperar. «Esperaba que la falta de espacio para las piernas fuera un factor que contribuyera más a la agresividad en los aviones, pero no fue así», dice Katy DeCelles, una de las autoras del estudio.

Aunque la investigación no ahonda en las razones detrás de sus conclusiones, un estudio previo ha determinado que las personas tienden a tener peor salud, bienestar y conducta cuando experimentan una privación comparativa o sienten un trato desigual o injusto. A nadie le gusta que le traten peor que al de al lado. Especialmente, cuando el otro bebe champán y se recuesta en un cómodo sillón. Este estudio demuestra que incluso las experiencias temporales de desigualdad pueden tener efectos negativos.

Amenaza para la seguridad

En el estudio, DeCelles ha utilizado una base de datos de miles de incidentes perturbadores de vuelo documentados durante varios años para una gran compañía aérea internacional. Los incidentes fueron lo suficientemente graves como para ser considerados una amenaza para la seguridad a bordo, como pasajeros que se niegan a sentarse, insultan a un auxiliar de vuelo o tapan los sensores de humo para poder fumar cigarrillo. La mayoría de los incidentes involucró comportamiento beligerante o intoxicación.

Según los autores, los resultados tienen implicaciones para cualquier entorno físico en el que las diferencias de clase o estatus son evidentes, como un estadio con gradas o un lugar de trabajo donde los empleados de nivel inferior tienen que pasar por las oficinas ejecutivas para llegar a sus cubículos. ¿Les suena?

Los investigadores aconsejan a las compañías aéreas que quieren reducir el comportamiento negativo en sus aviones que se planteen el embarque de tal manera que los pasajeros de turista y los de primera utilicen distintas puertas y no tengan que encontrarse. Todo sea por un vuelo tranquilo.

Fuente: ABC