El presidente y consejero delegado, Jim McNerney, señaló que la «primera prioridad» de la compañía es devolver los 787 al aire y reanudar el ritmo de producción previo a los problemas técnicos que forzaron en enero a dejar en tierra a la cincuentena de unidades de ese modelo en servicio en todo el mundo.
Boeing anunció la semana pasada que la Agencia Federal de Aviación (FAA) ha aceptado su propuesta para modificar las baterías de iones de litio que equipan esos aviones, un proceso que se está llevando a cabo en los aparatos ya vendidos y que se aplicará a la cadena de producción.
La compañía obtuvo un beneficio por acción de 1,44 dólares (1,73 si se incluyen dos apuntes extraordinarios por un crédito fiscal y una sentencia judicial), un 18 % más que los 1,22 del período enero-marzo de 2012. Boeing añadió que durante el tercer trimestre entregó 137 aviones comerciales (la misma cifra que en el mismo período de 2012) y que logró 207 pedidos, los que supone una cartera firme de 4.400 aviones por un valor total récord de 324.000 millones de dólares.
Los resultados fueron muy similares a los previstos por los analistas financieros de Wall Street (ingresos de 18.830 millones y unos beneficios de 1,49 dólares por acción). Boeing también reafirmó sus previsiones para el conjunto del año, que incluyen ingresos de entre 82.000 y 85.000 millones de dólares y un beneficio por acción en el arco de 5,00-5,20 dólares.
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